diumenge, 2 de desembre del 2012

Bibliotecas universitarias: cabalgando la tecnología, siguiendo al usuario



[El número de noviembre-diciembre de El Profesional de la Información está dedicado a las bibliotecas universitarias. Sigue a continuación mi contribución a la revista que se publica por gentileza de Tomàs]

Podemos llamarlo tecnologías de la información o bibliotecas digitales (y hace unos años lo llamábamos automatización de bibliotecas), pero si nos miramos los impactos de la tecnología (1) encontraremos muy pocas novedades (¿o ninguna?) que no se haya aplicado a los servicios prestados por las bibliotecas universitarias. Estas llevan 40 años cabalgando la tecnología para conseguir continuar siendo útiles a sus usuarios. Las constantes innovaciones han ido acompañadas de llamadas a hacer cambios profundos en los roles de la biblioteca universitaria. Voces diversas (2) han advertido que las transformaciones a las que nos conducían los cambios tecnológicos no eran ni cosméticas ni acumulativas, sino estructurales y disruptivas.

Los cambios a los que se han visto sometidas las bibliotecas universitarias no han sido menores. Un estudio reciente (3) ha descrito un panorama apocalíptico en el que el incremento de costes, la aparición de alternativas viables a la biblioteca, el uso decreciente de los servicios y las nuevas necesidades de los usuarios forzaría a la biblioteca universitaria al cambio. Pero las bibliotecas universitarias han sido conscientes de la necesidad de adaptarse anticipadamente al entorno. Lo han hecho haciendo profundos cambios organizativos entre los que destaca la creación de consorcios, a finales de siglo y principios de este, para mejorar su capacidad de compra, y lo hicieron antes de verse atenazadas por la disminución de recursos derivada de la crisis económica actual. Lo han hecho también, haciendo evolucionar los roles tradicionales de la biblioteca hacia otros de más adecuados con los tiempos y lo han hecho estando constantemente preocupadas sobre como mostrar a la sociedad que las sufraga los valores que aportan (4).

Las bibliotecas universitarias, con mayor o menor consciencia de la profundidad del cambio, en el pasado han estado y siguen estando en el presente, en la vanguardia de la aplicación de las novedades tecnológicas a sus servicios. Los principales terrenos en oso que, en estos momentos, se esta innovando creo que son los cinco siguientes: los repositorios y el acceso abierto, la renovación de espacios, los servicios a los investigadores, los instrumentos de descubrimiento, y el libro electrónico.

Repositorios y el acceso abierto
El movimiento del acceso abierto (OA) está celebrando su décimo aniversario y nadie duda que las bibliotecas han tenido un papel decisivo en los resultados que se han conseguido. El proceso de reforma de la comunicación científica no está de ninguna forma terminado (5), ni aún predeterminado, pero parece que las universidades y centros de investigación no querrán ya prescindir del control sobre su producción científica. Poner esta en abierto en alguna de las modalidades que tome el OA supone una inversión de tiempo que el investigador no siempre está dispuesto o preparado para realizar. En un pasado algo lejano, acceder a bases de datos remotas a través de la tele-documentación consumía un tiempo que los científicos podían emplear mejor si alguien –las bibliotecas- realizaba las búsquedas bibliográficas.

Actualmente, la implicación de las bibliotecas universitarias en llenar los repositorios de contenido permite que el investigador ahorre un tiempo precioso y que la institución consiga mejor el objetivo final de tener archivada y accesible su  producción científica. Probablemente el OA no vaya a tener una sola y simple forma, y a partir de esta diversidad, las bibliotecas universitarias añaden a sus roles tradicionales el de asesorar a los autores sobre cuándo y en qué condiciones pueden publicar en abierto.

La progresiva digitalización de la vida universitaria llega a todos los rincones. Las tesis doctorales, uno de los productos más característicos de la universidad, quizá sean el ejemplo más claro de lo que puede suponer el movimiento del OA en un próximo futuro. Las tesis doctorales son recogidas a nivel institucional y, a través de protocolos de interoperablidad, recopiladas por recolectores y puestas a disposición de usuario en portales supranacionales, como sería el casi del proyecto DART Europe (6).

Espacios renovados
A lo largo del siglo XX, las bibliotecas universitarias crecieron ganando espacio para los documentos que conservaban, pero en la década de los 90 empezaron a renovar los espacios pensando ya más en los lectores que en los libros. Esta tendencia se ha visto enormemente reforzada por la progresiva utilización de revistas electrónicas, primero de forma complementaria a su versión impresa y más tarde de forma única. En poco más de quince años, grandes espacios de las dependencias de las bibliotecas universitarias ocupados por volúmenes encuadernados de revistas han dejado de tener sentido y han podido reorganizarse. Con respecto al uso de los espacios, los documentos han cedido protagonismo al usuario y las bibliotecas se han rediseñado y se están rediseñando para un uso más social de la información (7). Las bibliotecas han creado nuevas áreas con salas para trabajar en grupo, se han dotado de muchos ordenadores y han buscado  el confort de los usuarios introduciendo cafeterías. Algunos nuevos espacios han recibido nombres como ‘learning commons’, ‘information commons’ o ‘collaboratories’ y, en  España, centros de recursos para el aprendizaje y la investigación (CRAI).

La digitalización de recursos y la renovación de los espacios ha traído una curiosa derivada: se necesitan espacios para almacenar los documentos impresos que las bibliotecas deben continuar conservando pero que tienen un uso bajo o nulo. Algunas bibliotecas ya habían creado almacenes de documentos fuera de su campus y en algunos casos estos almacenes eran cooperativos, pero en el horizonte de unos 20 años estas necesidades aumentaran. Ya no tiene sentido hacer almacenes propios cuándo lo que se guarda en ellos puede consultarse digitalmente, por lo tanto, es lógico que las bibliotecas se planteen la conservación cooperativa de los documentos (8) e incluso su complementariedad con los repositorios digitales de documentos (9).
                                                        
Servicios a los investigadores
Los ordenadores conectados en redes están no solo cambiando los servicios bibliotecarios, cambian también la investigación. La bibliotecas universitarias tienen como una de sus principales misiones facilitar la investigación y lo han hecho tradicionalmente coleccionando documentos para los investigadores. Estos documentos hoy ya no son solo libros o artículos de revistas, sino datos. La eCiencia se desarrolla en redes y los distintos recursos que usan los científicos pasan a ser elementos de la infraestructura de la investigación (10). En este nuevo entorno los retos para las bibliotecas son al menos dos. Por un lado coleccionar y conservar un nuevo tipo de documentos (los conjuntos de datos), y, por otro, saber incorporarse a los procesos de la investigación para ser así útiles a los científicos.

Como en otros casos, la evolución tecnológica hace aparecer paradojas y la mirada de las bibliotecas se dirige a una parte de sus colecciones que tradicionalmente había estado ‘escondida’ y que ahora aparece como especialmente relevante para dar soporte a la investigación en ciencias humanas y sociales (11).

Instrumentos de descubrimiento
Los OPACs en los años 80 del siglo pasado revolucionaron la forma de acceder a las colecciones de una biblioteca, pero ni los catálogos manuales ni los automatizados nunca consiguieron dar información sobre la totalidad de la los documentos de los que disponía una biblioteca. Las bases de datos complementaban el acceso para los artículos de revistas, pero esto requería hacer diversas consultas a instrumento a menudo con interfícies distintas. Con los repositorios digitales, las bibliotecas universitarias se dotan aún de un tercer tipo de instrumento en el que conservan información. Demasiados receptáculos en un mundo en el que Google nos ha acostumbrado a obtener resultados con unas pocas palabras de búsqueda escritas en una única casilla.

Los instrumentos de descubrimiento nacieron con la aspiración de ofrecer una experiencia de búsqueda distinta y enriquecida a los catálogos manuales, y en este sentido, el primero que existió –AquaBrowser- se instaló a menudo como una ‘piel’ añadida al OPAC tradicional y no como substituto. Más o menos al mismo tiempo se desarrollaron buscadores federados –MetaLib fue el primero de los comerciales- que permitían la consulta simultánea de distintas bases de datos y ofrecían un solo conjunto de resultados. Pero el deseo (¿necesidad?) de los bibliotecarios de poder acceder a todos los recursos de la biblioteca desde un solo punto de consulta ha comportado que las búsquedas por filtraje y las federadas evolucionaran hasta convertirse en los productos que hoy se conocen como instrumentos de descubrimiento y que están aún en una fase no totalmente madura. Los catálogos se extienden para incluir búsquedas a artículos de revistas (como hace actualmente WolrdCat) y grandes índices de artículos de revistas pasan a incluir los catálogos de las bibliotecas y los contenidos de sus repositorios (como hacen EBSCO Discovery, Summon o Primo Central) (12). Cualquiera de los dos caminos parece llevar al objetivo de permitir (¡ahora sí!) que una biblioteca ofrezca desde un solo punto de consulta el acceso a todos los recursos que posee o contrata (fondos impresos, documentos electrónicos contratados i objetos en repositorios digitales). Este es en estos momentos uno de los desarrollos clave de las bibliotecas universitarias.

Libro electrónicos
Las bibliotecas universitarias han completado dos transiciones de lo impreso a lo digital. Por un lado, los boletines de índices y resúmenes que pasaron al formato de bases de datos hace unos 40 años, y más recientemente las revistas científicas y académicas. La transición hacia el libro electrónico empezó hace mucho tiempo con el Proyecto Gutemberg pero incide en las bibliotecas a partir del inicio de su generalización con los productos comerciales que aparecieron hace unos diez años. A pesar de la experiencia previa de los editores y de las bibliotecas con los documentos electrónicos, los libros digitales no han hecho la explosión que parecía que sucedería.

Seguramente los motivos son diversos (13), pero a mi me parece que hay tres de fundamentales. Por un lado, la los editores no han sabido crear el enorme fenómeno de succión que fueron los ‘Big Deals’ para las compras consorciadas de revistas. En segundo lugar, el mercado está ofreciendo los libros electrónicos desde diferentes plataformas y bajo diferentes modalidades de consulta y esta complejidad seguramente está inhibiendo muchos usos. Finalmente, los editores, temerosos de la pérdida de mercado que les puede suponer el paso a lo digital, están entrando en este mundo poniendo bastantes restricciones en el uso de libros electrónicos.

Pero la extensión del uso de libros electrónicos es cuestión de tiempo. Mientras tanto su incidencia se ha dejado sentir ya en la forma en que las bibliotecas compraban. Estas, en previsión de usos futuros,  anticipaban demandas y adquirían libros ‘just-in-case’. Pero  algunas editoriales están ofreciendo compras en modalidad PDA (Patron Driven Acquisitions), es decir poder comprar en función de las demandas de los usuarios. El PDA consiste en que las bibliotecas puedan poner a disposición de sus usuarios fondos editoriales de libros digitales durante un plazo determinado de tiempo de manera que el uso de los libros por parte de los usuarios proporcione datos que permitan a los departamentos de compras tomar decisiones en función de la demanda. Al mismo tiempo, en el nuevo entorno digital, la edición universitaria tradicional ha entrado en crisis. La solución puede ser que las monografías universitarias se publiquen en electrónico en portales de agregadores, pero es posible también que se desarrollen nuevos modelos de negocio alrededor del Acceso Abierto. El futuro definitivo del libro electrónico no está aún escrito.


Yo veo muy vivas a las bibliotecas universitarias. En los últimos años han  actuado proactivamente aprovechando las oportunidades que el entorno les ha presentado. Ni las compras consorciadas de recursos electrónicos, ni los repositorios institucionales ni el Acceso Abierto eran a priori terrenos destinados a que las bibliotecas se desarrollaran en ellos, y, a pesar de esto, han sido espacios de servicio que las bibliotecas universitarias han ocupado o ayudado a desarrollar. En plena efervescencia de las disrupciones diversas que está comportando el mundo digital, las bibliotecas universitarias han sabido hacer evolucionar los servicios tradicionales a la vez que, cabalgando las tecnologías, han creado nuevos servicios siguiendo la estela de las necesidades en parte tradicionales, en parte cambiantes, de sus usuarios.


Notas
(1)  Ver el último volumen 30, número 4 de 2012 de la revista Library Hi Tech  , dedicado a ‘30 years of information technologies’, y especialmente el artículo de Sandore Namachchivaya, “The first 30 years of the internet through the lens of an academic library: The University of Illinois at Urbana-Champaign”, p. 623 – 642.
(2)  Ver, por ejemplo Carla J. Stoffle, R Renaud & J.R. Veldof ‘Choosing our futures’ // College & research libraries (may 1996), 213-233, o más recientemente: Lyman Ross and Pongracz Sennyey / The library is dead, long live the library! The practice of academic librarianship and the digital revolution // The Journal of Academic Librarianship, 34(08)2, 145-152 y Steve Coffman / The Decline and Fall of the Library Empire // Searcher 20(12)3. http://www.infotoday.com/searcher/apr12/Coffman--The-Decline-and-Fall-of-the-Library-Empire.shtml
(3)  University Leadership Council. Redefining the Academic Library Managing the Migration to Digital Information Services, The Advisory Board Company. Washington, DC, 2011. http://www.educationadvisoryboard.com/pdf/23634-EAB-Redefining-the-Academic-Library.pdf  [Consulta: 13.11.2012]
(4)  Ver, para eso, la obra clave de Oakleaf, Megan, “The Value of Academic Libraries” (Association of College & Research Libraries, 2010). http://www.ala.org/ala/mgrps/divs/ACRL/issues/value/val_report.pdf
(5)  Ver, por ejemplo, el debate suscitado por la publicación reciente (2012) del informe del grupo de trabajo del Reino Unido para Expanding Access to Published Research Findings, liderado por  Janet Finch, “Accessibility, sustainability, excellence: how to expand access to research publications”. http://www.researchinfonet.org/wp-content/uploads/2012/06/Finch-Group-report-FINAL-VERSION.pdf
(7)  Leo Appleton, Valerie Stevenson / Developing learning landscapes: academic library driving organizational change // Reference services review, 39(11)3, 343-361.
(8)  Lizanne Payne / Library storage facilities and the future of print collections in North America // Dublin, Ohio, OCLC, 2007
(9)  Constance Malpas / Cloud-sourcing research collections: managing print in the mass-digitized library environment // Dublin: OCLC, 2011.
(10)       Norbert Lossau / An Overview of Research Infrastructures in Europe — and Recommendations to LIBER // Liber Quarterly, Vol 21 (2012)  , No 3/4 (2012). http://liber.library.uu.nl/index.php/lq/article/view/8028/8386
(11)       Ver, por ejemplo el estudio de Dooley, Jackie M., and Katherine Luce. 2010. Taking our pulse: The OCLC Research survey of special collections and archives. Dublin, Ohio: OCLC Research. http://www.oclc.org/research/publications/library/2010/2010-11.pdf
(12)       Jason Vaughan / Web scale discovery services // Chicago: ALA; 61 p. (Library Technology Reports; v 47, 2011,  n.1)
(13)       Thad McIlroy / Ebook formats are a mess – here's why // Learned Publishing, 25(12)4, 247–250 doi:10.1087/20120402. 3/5. Llibre e-. Madrid -BCN, 22.10.12.